Tumbados, él al lado izquierdo, tú al derecho; estabas apoyada en su hombro derecho mientras que con todo el brazo te rodeaba acabando acariciándote tu cabello con la piel suave de sus dedos. Su mano izquierda recorría tu costado derecho haciéndote cosquillas con las yemas de sus dedos.
Tus dedos de la mano derecha recorrían su pecho desnudos haciendo pequeños pasos con tus dedos corazón e índice, mientras pensabas en lo mucho que le querías.
Os quedaríais todo el día así.
Intentó cambiar de postura en busca de tu labio inferior para besar, mientras la madera del somier crujía bajo su peso.
Con tus manos le rodeaste la cintura notando la costura de su pantalón negro usado.
Sus manos acariciaban tu cálido y suave cuello mientras se inclinaba hacia ti. Saboreó tu cuello, un pequeño mordisco llegó, un escalofrío.
Tu mano derecha subió hasta su pecho y notaste como este subía y bajaba. Te acercaste hasta su cara, sus ojos cerrados y su frente fruncida. Vuestras narices se rozaban. Lamiste su labio inferior y saboreaste el superior; rodeaste la comisuras de sus labios con los tuyos. Él mordió tu pequeño labio mientras buscaba el cierre del sujetador. Con suavidad lo abrió, acariciando cada movimiento que hacía.
Buscando un para siempre.
Pero nada iba a ser eterno.
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