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"no es mas rico el que mas tiene, si no el que menos necesita"


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Historias de una adolescente.

Bien esta pagina, os cuento es para hacer un libro; yo ya tengo un libro hecho en papel con 80 paginas casi pero la verdad, lo he vuelto a leer y no me gusta nada: así que, quiero seguir con el mismo argumento pero quiero cambiar la forma de expresarme. Bien, pensé en hacerlo en word y eso, pero no se que narices le pasa a mi ordenador que el word no funciona y he decidió hacerlo en una pagina de mi blog como veis.

PD: todavía no voy a poner el nombre de los capítulos ni el nombre del libro.


Capitulo 1:
Amanda.

Por fin, había llegado otro año más, otro verano que iba a pasar en Rango mi pueblo de Galicia donde hacia cuatro años mis padres habían comprado una casa.
Después de pagar al taxi que me había recogido de la estación de autobuses, cogí mis tres maletas- no sabia para que había traído tantas- y me encaminé a la puerta; solo tarde un minuto en entrar en casa, y, al hacerlo note el aroma de la casa, fresco y húmedo por el clima de Galicia pero solitario al estar la casa cerrada casi todo el año. Cogí mis maletas y subí a mi habitación, no me moleste en mirar como estaba la casa, ni como estaba cada una de las habitaciones.
Al llegar a mi habitación lo vi todo cambiado, no sabía que me pasaba, el cuarto estaba tal y como lo había dejado el año anterior, tal y como lo habríamos decorado mi madre y yo años atrás, pero todo parecía cambiado de sitio.
Encendí la luz, esa luz que había en mi habitación me recordó que este año iba a ser como los dos anteriores: llegaba yo sola al principio de agosto al pueblo y, casi al final de agosto mis padres con mi hermano pequeño (dos años menos), Miguel, llegaban a pasar unas semanas, -en ese mismo momento no me acordaba cuales-, en el pueblo después de estar unos días en Benidorm; lo único que había cambiado este año es que era un año mas mayor, ya tenia dieciséis para diecisiete ese mismo mes.

Después de ponerme el pijama me metí en la cama, en mi cama doble, no sabía por qué a mi madre años atras le dio por poner camas doble, y ahora todas la habitaciones tenían ese tipo de camas.
Me quede dormida al acto.


Capítulo 2:
Amanda.

Al día siguiente me desperté sobre las doce de la mañana y maldecí el no haber dejado una persiana levantada anoche y estar yo sola en casa sin ningún ruido.
Me levante, me lave la cara, me puse uno de mis vestidos veraniegos favoritos; aunque en ese momento no sabia muy por qué; y bajé a desayunar.
Abrí la nevera, solté un taco, odiaba ser la primera en llegar a esa casa después de estar casi un año cerrada pues no había nada de comida, en la nevera solo quedaba un martini de mis padres que llevaba allí mucho tiempo y una bolsa de aceitunas.
Me senté en la encimera y mire a mi alrededor: siempre me había gustado esa cocina redonda por un lado con muebles de color roble. Pensé que era un buen momento para investigar mi casa; así que levante todas las persianas y abrí las ventanas para que se airease un poco cada habitación. Me senté en el sofá, cogí el mando de la tele y la encendí: menos mal- pensé- algo que va bien en esta casa-.
Después de unos minutos, me decidí a salir a comprar algo para sobrevivir en aquella casa, algo para poder desayunar aquella mañana.
Tras comprar lo necesario para esos días, me fije si al lado de las casas de mis amigos de alli había algún coche, nada, negativo. -dios, que aburrido!!-pensé.
Llegue a casa, me cambié de ropa por otra más cómoda y me tumbe en el sofá; a los tres segundos me aburri, ¡unas palomitas!, si, me apetecian unas palomitas. Las puse en el microondas y lo programé; entonces, sonó el telefonillo.


Capítulo 3:
Gonzalo.

Ya había llegado a Rango, ya había pasado cinco días desde que había llegado allí, había paseado varios días por el pueblo pero no había nadie. No estaba ni Rocío, ni Estela, no estaba ni Alex, ni Julian, ni Amanda. Amanda, había estado esos cincos días pensado en ella desde que llego. -Qué raro!-pensé en voz alta.
Me gustaba estar solo, desde que mis padres vieron que Amanda venía sola aquí, mis padres habían hecho lo mismo, solo que yo venia en tren.
Miré por la ventana, que raro, parecía que había movimiento en casa de Amanda. Amanda, ¿pero qué me pasa?, ¿por qué pienso tanto en ella? Dios! habíamos tenido tan buena relación con ella, teníamos tanta confianza, me contaba todo,y  yo todos, pero, ¿ y si todo no seguía igual?- pensé.
Si, SI! sonreí, si algo se había movido en casa de Amanda, no vivíamos en frente pero sí al lado, bueno, casi.
¿voy?, ¿no voy? - empecé a pensar, pero por qué dudaba tanto; me dije: Gonzalo corre a por ella; y eso hice. Salí de casa. Llegué a casa de Amanda. Llamé al telefonillo:
- ¿Si?- dijo alguien
- Hola, ¿está Amanda?-
No se oyó nada, ¿que raro?, espera, alguien abre la puerta, no puede ser, es ella, es Amanda,
-¡qué guapa!-pensé. Venía corriendo.
-¡¡Gonzalo!! ¿qué tal?- vino corriendo hasta mi, me abrazo, yo la abracé por la cintura, la agarré y diendo vueltas, la levanté un poco del suelo. Me hizo cosquillas con su respiración y, no pude contener una risita.
-¿de qué te ríes?- me dijo con una sonrisa pícara.
- Nada, me has hecho cosquillas-
-¿yo?, ¿cuando?- me dijo.
La sonreí, era muy guapa, nunca lo había pensado.
-Menos mal- pensé, la relación con Amanda, seguía bien, seguía teniendo la misma confianza, el mismo cariño, la misma amistad.
- Bueno, ¿y qué tal está mi gonzalito?- me preguntó.
<Mi gonzalito>, Me había llamado "mi gonzalito", ahora si que estaba seguro de todo.
- Yo, muy bien, aunque te he echado de menos, mucho de menos- respondí.
No me respondió. Mierda, había metido la pata, la última frase sobraba, mierda, mierda.
- Ven aquí- se acercó a mi con los brazos abiertos y me abrazó. Su calor era intenso, y su piel muy suave, muy dulce.
- Yo también te he echado de menos- me dijo ella apoyada en mi pecho.
Se separó de mi y se hizo un silencio incómodo, yo quería besarla. -Pero en que piensas Gonzalo!, es tu amiga, solo tu amiga Amanda, ¿estas bien?- me dije.
El silencio continuaba, la miré a los pies, los tenía descalzos.
-¿No tienes frío en los pies?, ¿ si quieres entramos?- dije interrumpiendo el silencio.
- Sii, por favor- y entró corriendo, y yo tranquilamente andando detrás de ella entré a su casa. Cuando llegué miré a mi alrededor: la casa estaba intacta, y muy solitaria.
Amanda me vio y me dijo:
-Ya sabes que estoy sola como los últimos años, por eso esta así de solitaria y de intacta la casa-
- Joder Amanda, me lees la mente-
Soltó una carcajada.
- Ya me gustaría, te miro a los ojos-.
-¿Le gustarán mis ojos?- pensé, -joder Gonzalo, te estas obsesionando- me dije.
- Estoy haciendo palomitas, ¿vas a querer?- me preguntó.
Reaccione, me había dormido pensando en ella...
-¡Claro!-dije. Cogió un cuenco, saco la palomitas y las puso en el cuenco que acababa de sacar. Me dijo que la acompañara, yo sin decir nada la seguí hasta el salón, donde nos sentamos a ver la televisión.
 La apagó y me dijo:
- Ya que estas aquí, hablamos, ¿no?-
- Claro- me levante y la tendí la mano - espera, levanta un momento-. Ella me dio la mano y se levanto conmigo. La di una vuelta y la dije:
- Si, estas más guapa y más sexy, como yo pensaba- dije con una sonrisa, no me podía creer lo que le había dicho, pensaba que había metido la pata. Ella soltó una carcajada y dijo:
- Así que es eso lo que piensas de mi, ¿no?-. Me callé.
- ¿Te gusta la camiseta que llevo?- dijo cambiando rápidamente de tema. ¿Qué si me gustaba?, me encantaba, esa camiseta grandota blanca, pintarrajeada con sus mallas negras que le hacían unas bonitas piernas, le quedaba genial.
- ¿La verdad?, me encanta, ¿cuándo la hiciste?- pregunté.`
- No te podría decir el día, pero la hice  con mi hermano pequeño hace un tiempo.- me dijo con una gran sonrisa.
Nos sentamos, la miré a los ojos, eran verdes, verde esperanza; durante estos años no me había fijado mucho en ellos  pero, ahora que lo hacía me parecían preciosos. Aparte la vista, miré hacia el suelo, se había notado mucho, me había quedado mucho tiempo embobado.
- ¿Te gustan?- preguntó de repente. No dije nada, me callé, si, se había notado.
Amanda se inclino hacia a mi, por un segundo pensaba que me iba a besar, pero me cogió la cara con sus manos y me dio unos besos en la mejilla, unos de esos que dan las abuelas que suenan mucho, y dijo entre medias:
- ¡Qué mono eres por dios, Gonzalo!- y se rió. Seguí igual de cariñosa conmigo, -espera-me dije- ¿contigo o con todos?, ¡Gonzalo, en que piensas, estas obsesionado!- me volvía decir.
Sonreí, esos ojos verdes me habían eclipsado de nuevo. Ella cambió de tema:
- ¿Sabes algo de los demás?, ¿donde están las chicas?- seguía igual de habladora, me encantaba.
- Ni idea, de momento no he visto a nadie, salvo a ti, claro- respondí con una gran sonrisa.

Capítulo 4:
Amanda

No me lo podía creer, Gonzalo estaba allí. Cuando había mirado por las distintas casas de mis amigas, había mirado la suya con una pequeña llama de esperanza, había pensado en él durante el viaje. ¿Cómo estaría?, ¿seguriamos igual?, ¿tendriamos la misma confianza o la distancia y el tiempo lo había fastidiado?.
Pero al verlo mis dudas se habían ido, además yo no podía guardarme el abrazo que estaba deseando darle. Al verlo, me brillaban los ojos, se me salia el corazón del pecho y él, él me miraba, me abrazaba, me decía piropos.-Pero, ¿qué te pasa Amanda?- me dije.
Ahora estaba delante de él, sentados en el sofá, en el salón, juntos. Hablamos de el curso, del año, de cómo estábamos. Estábamos cerca, me miraba a los ojos, le mira, era guapa. -¡En qué piensas!-me dije de nuevo. Sus ojos, ojos de color miel, me perdía en ellos, eran preciosos, y brillaban, me llamaban la atención. Bueno, por lo menos a Gonzalo le gustaban mis ojos, era algo, a mi me gustaba los suyos pero no se lo había dicho.
Sonreí, había dicho algo que me recordó lo bien que lo pasábamos los dos juntos el año pasado. Le miré una vez a los ojos; y dije:
-Me encanta tus ojos, son preciosos- dije con una sonrisa de oreja a oreja.
No dijo nada. Seguro que había metido la pata.
- Lo siento.- me apresuré a decir.
Sonrió, me agarró agarró la cabeza por la barbilla con la mano y me dijo:
- Oye, que no pasa nada; muchas gracias, ¿yo ya te había dicho que me encanta tus ojos verdes, no?- dijo y sonrió de nuevo.
- Si, gracias- dijo con otra sonrisa dulce. Él me apartó el pelo con una suave caricia y sonreímos de nuevo.

Capítulo 5:
Gonzalo.

Llevábamos un rato en silencio, en un silencio incomodo, paseando por el pueblo. Me estaba empezando a cabrear por momentos, eso de sentirme incomodo no me gusta nada, pensaba que nuestra confianza del año pasado se había largado, aunque hacía unos minutos habíamos estado muy cariñosos, se había esfumado y también nuestros enfados del año pasados, que eran bastantes. Cada dos minutos nos habíamos cabreado el uno con el otro por alguna estupidez pero lo solíamos solucionar en otros dos minutos; pero estar así, sin hablar, paseando, me hacía sentir incomodo y me cabreaba.
Entonces, pensé en romper en silencio:
- ¿No piensas decirme nada?
- ¿y tu?, ¿vas a decir algo?- me respondió de forma brusca.
- Eras tu la que querías salir a dar un paseo, ¿no?-
- Vete un poco a la mierda- y acelero el paso dejandome a mi atrás.
- Tan cabezota como siempre- pensé. Por un momento dudé en dejarla pasar o correr tras ella. Opté por la segunda opción.
- ¡Amanda!, ¡no corras1- exclamé
- Perdón, no quería sonar borde, ¿va?, es que me molesta el silencio incómodo- continué.
Ella se sentó en el bordillo, con la cabeza agachada. Me miró una vez y empezó a buscar algo en su bolso. Sacó un cigarrillo, se lo puso entre sus dos dedos de la mano derecha y cogió un mechero para encenderlo.
Yo me senté al lado suyo y pregunté:
- ¿Me das un poco?- y sin decir nada me pasó el cigarrillo y después dijo:
- Esto es estúpido-
- Más estúpida eres tú- dije y luego sonreír para relajar el ambiente.
- Gracias, yo también te quiero- y cogió el cigarrillo.

continuaré, ahora mismo no tengo tiempo ;)

2 comentarios:

Bubble Dreams dijo...

Beeetch!
This is perfect <3
Mucho mejor, nena.

Elvi(L) dijo...

me encantaa!